Dios todavía tiene ese poder. Cuando nuestra fe flaquea, es porque hemos dejado que nuestra ansiedad nos venza. Hemos olvidado la integridad de Aquel que ha hecho la promesa.
Mi nieta de 15 años estaba muy emocionada por su primer viaje misionero. Iba a ir con su grupo juvenil a México a ministrar a niños por medio de teatro, títeres y música. Como abuelo, yo estaba preocupado. De hecho, estaba francamente preocupado. He viajado fuera de los EE.UU. muchas veces enseñando y predicando en la antigua Unión Soviética y dirigiendo recorridos para viajes de estudio por toda Europa. Sé lo dirigiendo recorridos para viajes de estudio por toda Europa. Sé lo que puede salir mal en otro país. Ella podría tener problemas para cruzar la frontera. Podría perder sus documentos.Alguien podría robarle o hacerle daño.
Así
que comencé a darle algunos solemnes consejos de
abuelo en cuanto a permanecer
con el grupo,
tener cuidado y no confiar en nadie. Finalmente ella me miró y
dijo: «Abuelo,
deja de preocuparte por mí. Nuestro grupo ya ha estado allí antes.
Nos han preparado para las situaciones que podríamos enfrentar.
Además, todos hemos estado orando. Dios ha provisto para nosotros.
Ten un poquito de fe.»
¡Zas! Sus
palabras me dieron como un palo que le da a una
piñata.
Yo había confiado
en el Señor para
que me ayudara, me consiguiera las visas y me protegiera. Había
abordado aviones y
había ido a lugares como Siberia,
confiando en mi Señor, y Él siempre había cuidado de mí. ¿Y
ahora temía encomendarle a mi nieta?
Todos
necesitamos más fe.
Yo la necesito. Probablemente tú también. Titubeamos y dudamos y
tomamos los asuntos en
nuestras propias manos cuando
simplemente debemos estar confiando
en Dios.
Abraham sabía
todo eso. Dios le prometió que él tendría un hijo, pero su
esposa Sara era
ya demasiado anciana para tener
hijos Sin
embargo, la fe de Abraham nunca flaqueó. ¿Por
qué? Romanos
4:2 nos dice que fue porqueél
creyó totalmente en que Dios tenía
el poder para cumplir
su promesa.
Dios
todavía tiene ese poder. Cuando
nuestra fe flaquea,
es porque hemos dejado que nuestra ansiedad nos
venza. Hemos olvidado la integridad de Aquel que ha hecho la promesa.
Finalmente, nuestra
fe descansa en su poder para
cumplir su palabra.
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