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COMO BÚFALO

Pero tú aumentarás mis fuerzas como búfalo; seré ungido con aceite fresco.” Salmos 92:10

La leche de las búfalas llega a tener más del doble de la grasa de la leche de las vacas,
y por eso hace prohibitivo su uso para el proceso de productos lácteos.
Este animal es una especie de toro salvaje que se distingue por su pelo escaso y grueso. En la Biblia es utilizado como símbolo de gran fuerza (Números 23:22) y es precisamente mencionado como símbolo de acciones de gran poder. Es indómito y feroz (Job 39:9-10), sus cuernos vueltos hacia atrás se comparan con la ferocidad de Efraín y Manases (Deuteronomio 33:17). Recordemos que estas medias tribus integran la tribu que corresponde a José, y que toman su nombre de los hijos de este judío que llegó a gobernar Egipto. El búfalo es usado por la Biblia cómo símbolo de la fortaleza y poderío de los hijos de Dios. (Números 23:22, 24:8 y Salmos 92:10).


No cabe duda que este animal cuya versión americana es el Bisonte, es una de las comparaciones interesantes que hace la Biblia con la fuerza que debe caracterizar al cristiano; solo recordar las estampidas que provocaban estos animales cuando en manada corrían desfrenadamente, nos ubica a un nivel digno de considerar. Si establecemos un parangón físico de las fuerzas de este animal y las fuerzas del humano, obtenemos por lógica una deuda insalvable del humano para alcanzar la fuerza de este bruto creado por Dios.

Consideremos la fuerza del humano con otras fuerzas del universo, ¿acaso no es de las más pequeñas? Solo lo salva su instinto de conservación, y la inteligencia que lo hace apartarse del mal. Claro, esta inteligencia no es usada en todos los casos por la máxima creación de Dios, y por lo mismo el humano se ve constantemente vencido por el mal y sus consecuencias.

Visto así, entendemos que cuando la Biblia utiliza este animal y su fuerza para compararla con la fuerza del humano, se refiere al plano espiritual. Apreciemos pues la comparación que se establece entre la fuerza física del búfalo, con la fuerza espiritual *que puede llegar a tener el humano*. Solo imaginemos a un búfalo empujar hacia adelante a gran velocidad: nada lo para, todo lo embiste, y lo que encuentra a su paso sea lo que sea, puede volar por los aires.
 ¿Vemos el punto? Y al verlo así, parece imposible llegar a desarrollar esa fuerza ante los embates de la vida. ¿Verdad que el escenario de la vida presenta obstáculos que se antojan, y así es, demasiado grande para nuestra pobre y pequeña fuerza espiritual? Pero, veamos el origen de la fuerza que el salmista invoca para hacer esta comparación que hoy nos ocupa.

*Dice que es Dios, el Creador de todo lo que existe*, incluyendo al búfalo y a su hermano el bisonte, el que aumenta las fuerzas de nosotros sus hijos. Y, ¿cómo lo hace? No deja dudas al declarar en la parte final del versículo, que la forma de materializar esta *inyección de fuerza* es a través del Espíritu Santo, que, se hace presente, en el interior de los que se lo pidan en el nombre de Jesucristo.

Este es el secreto, y esta es la receta. ¿Queremos tener fuerzas sobre naturales para enfrentar esta vida terrena? Acudamos a Dios y sujetemos nuestras decisiones a la fuerza del Espíritu de Dios, que, es la fuente de poder más grande el universo.

¡Cómo búfalo!, ¿te puedes imaginar?


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